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Ojos de Jade y Zafiro-Cap 7

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Capitulo VII- El Cielo Se Ennegrece Y La Llama Se Esparce



Emy le dio una mueca de disgusto a la vaga explicación de su compañero pero acepto de mala gana que tenía razón y se ocultó entre la frágil oscuridad y las sombras opacas del cargamento y su equipaje, sin dejar de observar con una ira todavía latente al guerrero, el cual podía sentir la hostilidad cerniéndose sobre él desde la negrura que se hallaba a sus espaldas y casi percibía como la mirada punzante de Emy se clavaba en su espalda, a decir verdad, cuando no estaba de humor daba algo de miedo pero no el suficiente como para que ese mercenario se preocupara demasiado, bueno, no siempre.

A medida que avanzaban por las calles abandonadas y pasaban al lado de las casas derruidas, la lluvia empeoraba volviéndose más agresiva e inmisericorde mientras agitaba las hojas secas acumuladas en callejones oscuros y creaba un poco de fango que entorpecía al carruaje, inclusive algunas casas comenzaban a desbordarse de agua, aunque si alguien vivía en ellas no parecía importarle. Después de unos minutos Jax podía vislumbrar las puertas de la ciudad fuertemente trancadas pero con poca vigilancia, la mayoría de la guardia debió de estar buscándoles casa por casa para ese momento mientras los piratas se llevaban lo que sobraba de los puertos y se adentraban en las olvidadas calles en busca de cualquier cosa que fuera valiosa, ese fue un golpe de suerte o por lo menos eso pensó el guerrero antes de recordar quien se escondía entre el equipaje y las provisiones, apenas lo noto se volvió a Emy con la intención de avisarle pero ella ya le estaba observando fijamente con preocupación en sus ojos, entremezclada con algo de miedo.

-solo sigue… y convénceles de que nos dejen pasar- su voz era casi un murmullo pero su tono era determinante, aunque en el fondo estaba aterrada y no podía evitar aferrarse a su mochila, al Diario, si revisaban el carromato la encontrarían seguro y más de la mitad de la guardia conocía su rostro desde que Bereg la hizo desfilar frente a su “ejercito”, tal vez podría matar a uno a o dos si la encontraban pero apenas podía moverse y tarde o temprano la capturarían y darían la alarma, volvía a estar en las fauces del lobo y aquello le inquietaba obligándole a cerrar los ojos y llevarse el gastado bolso al pecho apretándolo contra si hasta sentir el duro marco de aquel libro a través del cuero viejo.

Jax la miro con un desasosiego notable, esta vez ella no podría hacer mucho, inclusive defenderse de uno de esos mal armados y torpes soldados le sería difícil, esta vez él tendría que ser más cuidadoso, esta vez tenía que protegerla- Em, tranquila… todo saldrá bien- le consoló con una voz calmada y rebosante de una fingida confianza, entremezclada con una pisca de comprensión y cierta preocupación que la pelinegra noto rápidamente. Tal vez el pobre intento de animarla no sirviera de mucho pero por lo menos hizo que se separara de su mochila y se preparara para lo peor, además de darle una pequeña e invisible sonrisa.

Al acercarse más a la muralla se lograban percibir mejor las siluetas bajo la insistente lluvia permitiendo que el guerrero terminara de ubicar a los guardias apostados en la puerta, eran 7 en total, algunos con alabardas y espadas cortas, 2 con ballestas y todos llevaban armaduras derruidas y algo destartaladas. Un guardia deambulaba en lo alto de la muralla vigilando diligentemente las cercanías con una ballesta cargada entre sus manos y un estúpido porte dominante, sus compañeros se encontraban resguardando la vieja puerta de madera y hierro carcomido por el óxido entre el fangoso lodo que se formaba a sus pies mientras la lluvia les castigaba con vehemencia a pesar de todavía ser bastante temprano en la mañana. En cuanto divisaron al carromato acercándose lentamente a la salida, estos se desperezaron de inmediato o por lo menos lo intentaron, se notaba el cansancio en sus movimientos flojos cuando rodearon al carromato haciendo traquetear sus malogradas armaduras.

Un hombre alto con casco ornamentado y armadura pesada se acercó al conductor del carruaje blandiendo una gran alabarda y ordenándole con voz rígida y pose autoritaria que bajara del vehículo de inmediato, lo cual alerto a la pelinegra de que ya habían llegado y no tardó en darse cuenta de que les habían rodeado, saco una daga arrojadiza de su correa y tenso con incomodidad su cuerpo mientras veía al mercenario bajar disfrazado con harapos.

El agua caía a borbotones del ennegrecido cielo y la tierra lodosa se acumulaba en grandes charcos dispersos en baldosas derruidas de las calles solitarias a los alrededores de la entrada, manchando las botas de los desprevenidos soldados, los cuales miraban atentamente al mísero hombre que bajaba del carruaje y se dirigía hacia su capitán, pasando por alto a la chica que les observaba atentamente desde las sombras del equipaje esperando un momento oportuno y buscando alguna abertura.

-¿mercante o viajero? - le pregunto al mercenario con voz grave y una expresión seria con aires de superioridad pero volvió a hablarle antes de obtener una respuesta – si quieres salir de la ciudad tendrás que someterte a un registro- le aviso con un tono monótono mientras le indicaba a uno de sus hombres que inspeccionara el carruaje, de repente la situación se volvió tensa para los prófugos. Los soldados procedían al registro con normalidad dejando el escrutinio del equipaje para lo último y el guerrero les miraba con preocupación mientras pensaba en alguna salida, inclusive la pelinegra se sobresaltó un poco y dirigió su mirada al hombre de la alabarda, marcándole como el nuevo blanco de su daga. Pero por mera suerte el mercenario ideo un plan antes de que la situación terminara en alguna masacre, era bastante vago y riesgoso pero era mejor que tentar a la suerte con una encarnizada y desigual batalla, al final no tuvo que romperle la mandíbula a aquel grandulón para que los dejase pasar

A decir verdad, me extraña que no haya preferido pelear, es cierto que la pelinegra estaba herida y le sería problemático el intentar defenderse, sin mencionar que estaban rodeados y sin lugar a donde ir, pero solo se les interponían 7 hombres mal armados y tal vez en otras circunstancias hubiera saltado sobre ellos sin pensarlo pero estaba inútilmente decidido a evitar un enfrentamiento y pudo haberlo logrado si su pésima suerte no se la hubiera jugado.

-¿seguro?, es que tengo algunas cosas delicadas entre mi equipaje, ¿No podríamos discutirlo?- le pregunto calmadamente mientras buscaba algo en su túnica, aquella serenidad irritaba al soldado pero estaba dispuesto a escucharlo, después de todo le cobraría por el paso tuviera o no algo ilegal aunque le hubieran ordenado bloquear la puerta hasta nuevo aviso, toca mencionar que él era un avaricioso de 3era que no había llegado más lejos en la guardia por hacerse de la vista gorda ante los crímenes más comunes y cobrar por el derecho de paso a los mercantes, así que te podrás imaginar su reacción en cuanto el Mercenario le ofreció una bolsa rebosante de monedas de oro.    

- …. ¿Qué estas sugiriendo?, ¿acaso propones comprarme?-pregunto en cuanto volvió en si e intentando, sin éxito alguno, de reproducir un tono rígido y demandante, además de mirarle intensa y despectivamente, pero aquella torpe actuación no afecto al guerrero en lo más mínimo
-Podemos acordar un trato, no hay que ponerse tan violento, además, no creo que te convenga gritarlo con tus hombres escuchando -seguía calmado y sus palabras eran una trampa mordaz, que ni él mismo se creía haber dicho, pero por otro lado, el capitán se veía algo turbado por su persuasión, o tal vez solo era la lluvia, en todo caso el guerrero supo que había cerrado el trato

-….. De acuerdo…. Te dejare pasar, por una justa cantidad por supuesto-le dijo en voz baja y más calmada para que sus subordinados no le escuchasen, si sus superiores se enteraban de esto iba a tener muchos problemas pero no veía la razón por la cual no dejar pasar al viajero por un módico precio, después de todo no tenía ni idea de lo que le depararía a la ciudad e inclusive a la propia guardia después de aquel día, solo le habían ordenado bloquear la puerta mas no le habían dicho nada más, si el pobre lo hubiera sabido desde un principio ya hubiera huido de aquel condenado lugar.

-Está bien, detén tus hombres y diles que abran la puerta- su voz resonaba con la lluvia y era dominante, cosa que no le agradaba al capitán pero las dejo pasar tranquilamente ya que para el algo de oro podía comprar hasta el respeto de alguien más.

El corpulento soldado cumplió y le grito al hombre en la atalaya que abriera la puerta cuanto antes, no sin antes llevarse unas muecas de desaprueba y desilusión por parte de sus hombres, los cuales suspiraron con cansancio mientras guardaban sus armas y se disponían a volver a sus respectivos puestos, imaginándose que su capitán se había vuelto a vender de forma descarada. El hombre de la alabarda les ignoro y se volvió hacia el transeúnte en busca de su pago.

Las enormes puertas carcomidas por el óxido comenzaban a abrirse con lentitud hasta dejar una abertura por la cual se divisaba un camino pedregoso e infestado de barro entre los arboles de otoño retorcidos cuyas frágiles hojas eran azotadas por la cruel llovizna mientras las ultimas aves volaban lejos de sus nidos alejándose lo más que podían de la tormenta.

Era su única vía de escape, el camino hacia la libertad para ambos prófugos. Emy no pudo evitar sonreír con cansancio acomodándose entre las sombras del equipaje y el Mercenario soltó un suspiro de alivio, lo habían logrado sin llamar la atención, sin dejar un reguero de cadáveres  que escandalizaría a media ciudad, sin disparar una alarma o siquiera dejar un rastro. Pero por alguna obra del azar tendrían que mancharse las manos nuevamente, ese fue un día lleno de emociones.
-ahora, tu parte - le dijo al mercenario mirándole como si de un amigo cercano se tratase. Jax se alivió un poco por aquello, había sido realmente sencillo y ni siquiera tuvieron que derramar sangre, pero lo más importante es que Emy estaba segura en el carruaje y todo esto se había terminado. Pero, ambos sabemos que eso era cantar victoria muy pronto.

apenas comenzó a buscar en su túnica un gran estruendo repercuto a espaldas del carromato pero no era un relámpago o alguna clase de trueno sino un cañonazo cuyo estallido había resonado por toda la ciudad y habia cortado repentinamente el silencio del puerto, además de volarlo en pedazos.

El mercenario volteo rápidamente al igual que los soldados que quedaron boquiabiertos en cuanto visualizaron los destellos de un anaranjado rojizo al otro lado de la ciudad, seguidos por una sinfonía sinfín de cañonazos y disparos. El cielo ennegrecido se entremezclaba con el humo y los destellos del fuego que devoraba las casas lentamente esparciéndose por las calles y calcinando a cualquiera que alcanzara, sin mencionar que por alguna razón la lluvia solo avivaba la ferocidad de las llamas que caían sobre el fango y la madera mojada para posteriormente tragárselos como a todo lo demás. Los vagabundos y pescadores del puerto comenzaron a correr despavoridos mientras veían sus hogares siendo arrasados tanto por los piratas como por su fuego, inclusive algunos que se habían quedado para apagar el incendio por un arranque de valentía inútil, se dieron cuenta de su estupidez y comenzaron a huir horrorizados por aquella llama inextinguible

No tengo que recordarte que a partir de ese primer ataque el fuego creció devorándolo todo a su paso mientras los piratas registraron, robaron y saquearon todo a su paso, además, ese cuento de tragedia y crueldad ya es bastante viejo e insípido, por lo menos para mí, y si, sé que deseas los detalles pero aquello es irrelevante, confórmate con saber que desde ahora las cosas se podrán peor.
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